Una disabile muore perché con la morte della madre nessuno la soccorre. Avviene non nella giungla ma in Spagna, nella storica Leon. DA El Pais dell’11.11.12:
Muerte en soledad de una madre y su hija
La madre sacó a su hija, discapacitada intelectual y con ceguera, de una residencia y la llevó de nuevo con ella a casa
EL PAÍS / CARMEN MORÁN Astorga 11 NOV 2012 – 14:13 CET
La policía encontró el viernes pasado a una madre y su hija discapacitada muertas en su casa de Astorga (León), aparentemente sin signos de violencia ni algo que indicara a simple vista la posibilidad de un suicidio. Marta Pajarón y María del Mar Viñolo Pajarón eran conocidas por los servicios sociales. La hija, discapacitada intelectual y con ceguera, estaba reconocida como dependiente y se le había concedido una plaza de residencia, pero la madre la sacó de allí y la llevó de nuevo con ella a la casa que compartían en la calle San Juan de la ciudad leonesa.
Eso ocurrió en los últimos meses. Los servicios sociales intentaron entonces, según fuentes conocedoras del caso, que recibieran una ayuda a domicilio, pero la mujer, cercana a los 80 años, se negaba. Ella quería una ayuda económica para cuidar de su hija, de 53 años.
Los servicios sociales intentaban incapacitar a la madre
Los trabajadores sociales siempre emitían un informe negativo a tal petición, no veían a la madre capaz de cuidar convenientemente a su hija, que, de hecho, permanecía casi siempre en casa. Y hasta se había emitido una orden judicial para incapacitar a la madre. Probablemente esa era la razón de que la policía las estuviera buscando tiempo antes, al parecer sin dar con ellas. Cuando las encontraron, al llamar los vecinos por el olor que salía del piso de las mujeres, ya habían fallecido las dos. Una de las hipótesis que se maneja —pendiente de confirmar— es que la madre murió por causas naturales, y la hija después por falta de atención.
La orden para incapacitar a la madre había partido de los servicios públicos. Las buscaban, pero los vecinos no se extrañaban de que no aparecieran por casa porque pasaban temporadas largas en Madrid, donde residían cuando el marido, ya muerto, aún trabajaba. Ahora estaban en Astorga, en ese piso alquilado de ladrillo visto y ventanas de aluminio, por las que accedió la policía el viernes pasado.
Los vecinos, una pareja con niños, dieron la voz de alarma. “Llamé a la policía y subieron hasta la ventana con una escalera, vieron a una de ellas, bajaron y llamaron a quien correspondiera. Finalmente, entraron por la ventana”, decía ayer la mujer. “Yo ya tenía la mosca detrás de la oreja porque la policía había venido preguntando por ellas días antes”.
Una vecina alertó por el olor raro que salía del domicilio
Esta vecina, y el camarero del bar, coinciden en que la madre, Marta, salía por el barrio, llamado de Rectivía, iba a comprar, hacía las tareas de la casa, pero la hija apenas pisaba la calle. La vecina define a la madre como “rara”, “particular”, “peculiar”. El camarero del bar de al lado viene a decir lo mismo, pero con menos diplomacia. “El marido era muy majo, eso sí”, añade.
Los trabajadores sociales también sabían del carácter complejo de la señora Pajarón. “Cuando se le decía que recibiera una ayuda a domicilio primero decía que sí, pero luego era que no”, explican los que conocen el caso. En los últimos meses habían percibido cierto deterioro en la mujer, lo que motivó, con toda probabilidad, el inicio del expediente de incapacitación para la madre. La muerte les llegó antes.
La autopsia practicada en Ponferrada determinará las causas y los tiempos. No había, dicen quienes lo conocen, signos de malos tratos entre ellas y su aspecto siempre era aseado. La madre aún no estaba reconocida como dependiente y de hecho se preocupaba de solicitar las ayudas para su hija, aunque luego no hiciera uso de ellas.
La mujer “tiraba mucho de taxis” para moverse. Quizá también para viajar a Madrid. “La niña”, como la llaman los vecinos, “tenía sobrepeso” y Marta ya no podía moverla. Esa era la razón de que apenas saliera de casa. Los vecinos sí recuerdan que hasta el piso llegaban a veces ambulancias o coches de servicios públicos, quizá sociales, quizá hospitalarios, pero no era fácil seguirles la pista: lo mismo estaban en Astorga que marchaban a Madrid por una temporada larga.