Diecimila minatori sudafricani hanno marciato oggi armati di pali e machete verso il luogo in cui sono stati uccisi i loro colleghi poco tempo fa. Ecco l’immagine. Qui di seguito la corrispondenza del Pais del 10 settembre
La tensión crece en Sudáfrica
Miles de trabajadores armados con palos marchan junto a la mina donde se desencadenó la matanza de sus compañeros hace un mes, que ha sumido al país en la peor crisis social desde el fin del Apartheid
José Miguel Calatayud Nairobi 10 SEP 2012 – 21:21 CET
Las protestas de los mineros en Sudáfrica continúan y se extienden por el país. Hoy, unos 10.000 trabajadores han marchado de un pozo a otro de una mina de la empresa británica Lonmin. La columna de mineros llegó a ocupar alrededor de un kilómetro y medio de los dos carriles de una autovía, rodeada por policías antidisturbios fuertemente armados. Como en protestas anteriores, muchos de los mineros también iban armados con palos, machetes y lanzas.
“Estamos buscando a los mineros que han ido a trabajar. Si los encontramos, los tenemos que matar”, declaró a la agencia Reuters uno de los manifestantes, Umpho, de 23 años, que iba armado con un palo y que no quiso dar su apellido.
“¡El hombre blanco está temblando!, “¡Los policías que nos dispararon están temblando!”, han cantado hoy los mineros durante su marcha.
Sudáfrica lleva varias semanas sumida en su peor crisis social desde el fin del régimen racista del Apartheid en 1994. Miles de trabajadores de varias minas de platino y de oro llevan días y semanas sin trabajar y crece la tensión en todo el país.
Hoy se cumple un mes desde que unos 3.000 trabajadores de la mina de platino de Lonmin en Marikana abandonaran sus puestos de trabajo para exigir una mejora de sus condiciones laborales y un considerable aumento de sueldo.
Desde el 10 de agosto, sucesivas protestas y enfrentamientos entre varias facciones de mineros y las fuerzas de seguridad han conllevado la muerte de al menos 40 mineros, dos guardas de seguridad y dos policías. El peor incidente se vivió el 16 de agosto, cuando al menos 34 mineros murieron y 73 resultaron heridos por disparos de la policía en Marikana, mientras que otros 270 fueron arrestados.
Más tarde, y usando una ley de la época del Apartheid, la Fiscalía sudafricana acusó a esos 270 mineros del asesinato de sus 34 compañeros. Los cargos fueron retirados provisionalmente pocos después cuando esta decisión provocó una oleada de críticas desde dentro y fuera de Sudáfrica.
Las huelgas y protestas se fueron extendiendo a otras minas y hoy lunes unos 15.000 trabajadores de una mina de oro de la compañía sudafricana Gold Fields han abandonado sus puestos. La empresa ha dicho que no estaban claras las razones de esta huelga pero que había mineros que habían intimidado a otros para que no acudieran a trabajar.
Descontento por la desigualdad
Aunque son las acciones de los mineros las que han atraído la atención internacional, hace ya tiempo que en Sudáfrica hay manifestaciones casi cada semana que protestan por la falta de acceso adecuado a los servicios públicos como el agua corriente, la electricidad, la educación o la sanidad.
Este clima de tensión social responde a un descontento generalizado entre las clases bajas de Sudáfrica, que han visto cómo el crecimiento económico del país tras fin del Apartheid en 1994 ha beneficiado sobre todo a la minoría blanca y a la nueva élite negra en el poder, mientras que la mayoría de la población sigue viviendo en la pobreza.
Por ejemplo, y aunque la pobreza se ha reducido en términos absolutos, la esperanza de vida ha pasado de 61 años en 1994 a 52 en 2010. También en estos años, los ricos han aumentado tanto su riqueza que Sudáfrica tiene el mayor coeficiente Gini del mundo, que mide la desigualdad económica dentro de un país, todo según datos del Banco Mundial.
“Si el Gobierno no trata todas estos problemas, nos podemos estar dirigiendo hacia algún tipo de revolución como las de la Primavera Árabe y puede que ya no estemos demasiado lejos”, señala desde Pretoria Johan Burger, investigador sénior en el programa de Crimen y Justicia del Institute for Security Studies.